Ahora que lo que Zapatero te da por un lado para que te compres un coche, y así estimular la economía, te lo quita con la subida de impuestos en la gasolina, para estimular la caja de la recaudación. Ahora que los bancos no te dan un euro, justo cuando está el dinero barato. Ahora que todo fluye y gira en el sentido en el que ellos quieren que gire. Ahora son necesarios el arte y la cultura para soportarlo todo. Y mucho más el teatro.
Y ahora es necesario decir que el Festival de las Artes de Castilla y León debe celebrarse y hacerlo para siempre en Salamanca. Por mucho que algunos digan que esto no sirve para nada y que afirmen que esto es como el traje nuevo del emperador. Y no es que los demás no seamos críticos, pero lo somos con determinados aspectos de la gestión y preferimos preguntarnos cosas y dudar a criticar sin pasar ni un solo día por el Teatro Liceo o el CAEM.
Ahora, por ejemplo, podemos preguntarnos ¿por qué el Festival tiene tan poca visibilidad nacional e internacional? ¿Por qué se ve a pocos programadores de otros festivales en el patio de butacas? ¿Por qué un belga no estrena su espectáculo aquí y sí lo hace en Avignon? ¿Por qué pagas mucho dinero por traer un excelente trabajo de Jan Fabre y no viene a presentarlo y a dar una charla el propio Jan Fabre? ¿Por qué no te preocupas por traerte a los seis directores más reconocidos del panorama internacional y haces algo con ellos durante tres días? ¿Por qué unos años la programación de teatro de sala es tan buena y regular como la de este año y otras ediciones no se salva ni el veinte por ciento de las producciones, como en 2009? ¿Por qué las entradas vienen numeradas y la gente se sienta donde le da la gana? ¿Por qué este año no ha habido abonos? ¿Por qué la programación se anuncia tan tarde? ¿Por qué se cierra el V Festival con un espectáculo tan pobre como el de Alicia Soto y Post Theater? ¿Por qué hay gente tan idiota que quieren que esto se vaya a otra ciudad? ¿Por qué había espectáculos de calle programados a la intempestiva hora de las tres de la tarde? ¿Por qué Lev, Mortal Engines, Orgy of tolerance eran tan buenas y Yo en el futuro o Super Gravity-Zero Gravity tan olvidables? ¿Por qué cuando baja el presupuesto se empieza a llamar a gente de Salamanca? ¿Por qué se ve tan poco ambiente de Festival en la calle?
La única respuesta que se me ocurre ahora es que por esto es por lo que precisamente me gusta el Festival. Vamos, que me hace sentir más libre, más abierto, con más dudas. ¡Que no todo debe ser dinero bien gestionado para subvencionar libros aburridos y pedantes! El resto pregúntenselo a Guy Martini y a la persona que le contrata. Seguro que ellos tienen una respuesta. Otra cosa es que nos convenzan.
martes, 16 de junio de 2009
Ahora
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lunes, 15 de junio de 2009
Super gravity-Zero gravity
Fecha: 13-06-09
Teatro: Teatro Liceo
Aforo: Lleno
Los tropezones suelen ser malos para quien los sufre. Te puedes hacer daño, la gente muchas veces se ríe y la seguridad en ti mismo disminuye durante un tiempo. Y si hablamos de danza, mucho más. No sé qué intereses existen para que un espectáculo como este Super Gravity-Zero Gravity cierre una cita de la categoría que debe tener nuestro Festival de las Artes de Castilla y León, pero quien lo ha hecho, quien lo ha programado como colofón y broche final, se ha equivocado. Ha tropezado.
Alicia Soto-Hojarasca y Post Theater nos presentan un espectáculo feo, un híbrido carente de peso y emoción para llegar al espectador. ¿Por qué? Pues porque en este espectáculo no hay danza, no hay concepto y no hay algo con sustrato e interés que llegue al espectador. O, por lo menos, no parece que haya nada, puesto que nada mana del escenario y llega al patio de butacas. Carece de la gravedad suficiente –entiéndase que hablo de grandeza-.
Con momentos repetitivos, aburridos e incluso algo desbaratados, como la escena en la que uno de los actores habla con varias de sus personalidades, este montaje se aleja del espectador a medida que avanza y transita por la senda del devenir inconstante, del quiero y no puedo.
Y parto del hecho de que el aspecto investigador que contiene el espectáculo, esa unión entre danza y vídeo, es lo único que se puede salvar, aunque se queda demasiado corto como para realizar una propuesta sincera y con entidad para llenar una hora. Y eso es lo que parece que ocurre, que nos presentan un conjunto de retazos inconexos y unidos por algunos movimientos rígidos y encorsetados que producen lo contrario de lo que la danza contemporánea debe transmitir: sentimientos.
No transmite fuerza, sensibilidad, ideas…. Vacuidad y rigidez es lo que domina en una propuesta que, repito, deja un mal sabor de boca para un Festival cuya media de espectáculos de sala este año ha sido muy positiva. Quedémonos con ellos y olvidemos estos tropiezos.
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viernes, 12 de junio de 2009
Mortal engine
Aparece en la prensa la noticia de que, dentro del marco de la feria de arte contemporáneo Art Basel, se ha hecho un experimento titulado El tiempo del cartero en el que varios artistas presentan sus obras en la caja de un teatro, con el espectador en el patio de butacas. El objetivo es que el artista domine y controle el tiempo que el espectador visualiza su propuesta (parece ser que el tiempo medio que gastamos para ver una obra de arte es de tres segundos y medio).
Con un aparataje estético brutal, que envuelve al espectador gracias a los efectos especiales e informáticos, una banda sonora recauchutante y potente y unos bailarines cuyos movimientos son preciosos, los australianos Chunky Move construyen un conjunto de pequeñas piezas de arte que presentan al público en un escenario para epatarlo y, paradójicamente, para que tengan tiempo de degustarlo y reflexionar. Es Mortal Engine.
Cada una de esas pequeñas piezas influidas por la tecnología podría estar perfectamente en nuestro DA2 y no desentonaría para nada. Potencia visual y sonora que dejan poco espacio a la crítica. No obstante, juntas pueden parecer, en algún caso, repetitivas. Visto el efecto, visto el espectáculo, podrían decir algunos.
De todas formas, su mensaje nos habla contundentemente de energías buenas y malas. De eso de lo que no puede separarse el ser humano por mucho que lo desee: de sí mismo. Intensa reflexión digital que se diluye a ratos entre tanto efecto visual. Contrasentido del paraíso de la tecnología en el que se convierte muchas veces nuestra vida.
Me gustó por su intensidad, su capacidad de impactar y por el trabajo técnico y plástico de los bailarines –su trabajo es el que más me ha emocionado este año en el V Festival de las Artes, si hablamos de danza-. No me gustaron los momentos (escasos) en los que la técnica seca el río sensual y poético que fluye por debajo de un espectáculo grande que merece la pena ver y sentir -aprovechen porque la tecnología evoluciona velozmente y, dentro de poco, este tipo de ingenios se podrán ver en cualquier espectáculo tipo Circo del sol y ya no les impactará tanto-. Pero, es lo que tiene esta propuesta: sin la técnica, la pasión no se haría presente. Y viceversa, no se olviden, por favor.
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jueves, 11 de junio de 2009
El triciclo
¿Quién no ha querido volver a ser niño alguna vez, recuperar esos comportamientos alejados del retorcido colmillo de la responsabilidad que crece con el paso del tiempo? La frescura, la vitalidad, los sueños, las expectativas, la ingenuidad…
El triciclo, de Fernando Arrabal, habla de adultos que son niños ingenuos. Ese es el quiz de la cuestión: la ingenuidad, la utopía. Por eso creo que trasladar la acción de este texto al ámbito de la calle, del hip-hop y los grafittis es una muy buena idea de Fabularia. Escuchemos las letras de los cantantes de este tipo de música y observaremos que, aparte de su muy interesante lirismo mezclado con cierta agresividad dialéctica, hay mucha utopía ingenua y necesaria en ellas. Es más, sus letras, reivindicativas, con alto contenido de protesta social y de denuncia y crítica contra el estado o el control policial, le van que ni pintadas a un texto en el que la policía les quiere hacer mucho daño a los protagonistas. Les va porque son de los últimos utópicos.
Otra cosa es que, al introducir al grafitero en mitad de las escenas y cortar los diálogos y las acciones para pintar el nombre de algún personaje o alguna frase importante (hay cierto aspecto cinematográfico en esto), se lastre totalmente el ritmo del montaje, que hace aguas de manera estrepitosa en ese aspecto.
Y mira que la labor de Lourdes Martínez como Mita es intensa, que la propuesta tecnológica con cámaras en directo es interesante, que Korazón Crudo tiene garra rapeando, que la sustitución del personaje del policía es inteligente y que la escenografía es interesante, aunque un poco desaprovechada con esos andamios móviles y los acuarios con peces y las pantallas y las proyecciones…
Pero el dichoso ritmo, ¡ay el dichoso ritmo! Torna en fallida una propuesta que, afortunadamente, acaba mejor de lo que empieza. Curioso, justo en el momento en el que el grafitero pinta mientras hay acción, mientras no interrumpe lo verdaderamente importante, cuando deja de ser el foco de atención y permite que el texto y la acción fluyan como el autor pretendía. Una pena.
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miércoles, 10 de junio de 2009
(Purgatorio) POPOPERA
¿Se han levantado ustedes con la sensación de que va a ocurrir algo? ¿Tienen de vez en cuando la intuición de que su equipo va a ganar ese fin de semana o de que les va a tocar la primitiva? Hay gente que vive de esas intuiciones y le va muy bien. O si no, fíjense en… O no, mejor en… Bueno, qué más da.
Claro, que si yo me tuviera que ganar la vida confiando en las mías, ahora mismo estaría viviendo debajo de algún puente, porque antes de entrar en el Liceo para ver este (Purgatorio) POPOPERA, intuí que la cosa podía estar bien y que íbamos a ver algo que nos podía marcar emocionalmente. Y así se lo dije a mi acompañante. Fallé estrepitosamente. Salí frío, muy frío del teatro.
Ni la cantante, con su bella e hipnotizante voz, ni la destreza técnica y física de los bailarines, en algún momento desacompasados y excesivamente gimnásticos (a algunos se les podría poner nota de Olimpiadas tipo 8’327), ni el diálogo que se establece entre el bien y el mal, diluido entre demasiados focos de acción, ni la supuesta fusión entre música y danza ni la acertada iluminación fueron capaces de engancharme a un espectáculo en el que se fusionan, de forma inteligente, los fundamentos clásicos con los contemporáneos, rasgo muy destacable éste, pero insuficiente para conectarme a una propuesta que al final me aburrió.
Y es que eso es lo que tienen algunos montajes, que todo está bien pero es muy frío y se aleja de ti sin querer. Se te escapa de los dedos y toma la senda del olvido y no hay nada que hacer por mucho que lo intentes. Y miren que yo lo hice: dejarme llevar, centrarme en la danza, focalizar en la música, analizar el vestuario o la iluminación, buscar un sentido… La conclusión seguía siendo la misma.
Así es que si ustedes se fían de las intuiciones, por lo menos no lo hagan con las mías. Eso sí, pueden hacerme caso si les digo que, a pesar de mi falta de olfato en algunas ocasiones, el V Festival de las Artes va muy bien en lo que respecta al teatro de sala. Y yo, a riesgo de fallar (cruzo los dedos) que vaya a mejor. Por el bien de todos y de la Salamanca moderna y universal que la gente de bien desea.
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martes, 9 de junio de 2009
Lev
Ayer todo fue bien en el apartado de teatro de sala del V Festival de las Artes de Castilla y León. Fuimos al Teatro de Caja Duero, nos cortaron la entrada, abrieron a la hora y el espectáculo fue de los que emocionan y hacen afición.
Lev, que así se llama este montaje de la compañía italiana Muta Imago, es una composición de verdadero teatro de emoción, un poema de imágenes con profundos retazos de emotividad, sensibilidad y juegos estéticos que arrancan del espectador los fulgores cálidos y acompasados que el corazón necesita para funcionar en plenitud. Alimento espiritual reconfortante y bello. Lirismo no exento de fuerza y de vida interior. Potencia visual acompañada de víscera cocinada a fuego lento.
Me gustaría pensar que si alguna vez me pegan un tiro en la cabeza todo va a ser como lo representan estos italianos, que, con mesura y con unos efectos especiales salidos de la reflexión y de la emoción a partes iguales, son capaces de representar algo angustiante de una manera mesurada y hermosa: reconstruyen los recuerdos de Lev, el protagonista, con una sensibilidad al alcance de unos pocos elegidos. Se quedan con lo esencial, extraen la esencia de lo que quieren contar y lo plasman con sencillez y habilidad imaginativa.
Es más, el trabajo del actor protagonista y su despliegue físico está a la altura de todo el espectáculo, la iluminación, en la que se sustenta gran parte de su completo resultado final, es excelente y la música está elegida con acierto desde la primera hasta la última nota.
Y al final, el espectador agradece ese río de lava cálida y contundente que le ha bañado y recubierto desde el primer minuto hasta el último. Un acierto que hay que agradecer a una compañía cuyo teatro, si sigue explorando por este camino, abre una senda interesante que atrapará a muchos espectadores deseosos de sentir la suave caricia de la melancolía aterciopelada y para nada afectada de un buen montaje.
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lunes, 8 de junio de 2009
An anthology of optimism
Seamos optimistas y pensemos que esta antología del optimismo de Campo es un show. Seamos optimistas y pasemos por alto si el lugar en el que se ofreció es el más adecuado. Seamos optimistas y demos un voto de confianza a un espectáculo bienintencionado, no aburrido y naif, muy naif. Bueno, y algo friki también, ¿para qué vamos a mentir?
Al loro. Dos directores de escena que se enfrentan dialécticamente de una forma muy ingenua para determinar si todavía existe optimismo en el mundo. Pero, no un optimismo cualquiera. Un optimismo crítico. Esa fase en la que uno tiende a ver el vaso medio lleno, pero de una forma razonada, observando los pros y los contras y decidiendo en consecuencia.
Y lo hacen con pocos medios –¡Todavía quedan proyectores de transparencias!-, con grandes dosis de humor sencillo y con gran optimismo, porque plantarse encima de un escenario con algo más que un discurso pseudopolíticosociológico y carteles de colorines escritos a mano y soltar una hora y veinte de argumentaciones, en algunos casos, extremadamente infantiles es ser optimista… y un poco friki en los tiempos que corren.
Y ahí es donde está el asunto. Que podrían haberlo hecho de cualquier otra manera. Con medios digitales avanzados, con actores de alto nivel en el escenario, con un grupo de música en directo, con el público enviando SMS para opinar, etc. Pero no, lo hacen a pelo y con una sonrisa en la boca. Como otro de sus chistes evidentes pero con sentido. Vamos que nos están diciendo: ‘El optimismo es lo de menos, es el envoltorio. Lo importante es pensar, es reflexionar’.
En definitiva, un montaje inclasificable, sincero, alejado del paroxismo y con dosis de humor universal por lo evidente, con dos actores cuyos personajes rayan la naturalidad autoimpuesta y con mensaje que no debemos olvidar. Seamos críticos y dejémonos de chorradas, que se puede hacer de muchas maneras. Unos lo hacen masturbándose en escena y otros con unas simples transparencias que parecen sacadas de las antiguas clases de ciencias. El resultado puede que sea el mismo si somos optimistas.
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viernes, 5 de junio de 2009
Yo en el futuro
Yo pensaba que cuando uno va al teatro con una entrada, una señorita con una sonrisa más o menos forzada en la boca te la recoge y la corta, la perfora o lo que sea. Pues no. Ahora, por lo visto, en las actuaciones del V Festival de las Artes que se realizan en Caja Duero, la moda es no hacerlo. Será que eso forma también parte de las performances a las que asistimos y los que han pagado la entrada se queden con un palmo de narices por eso, por haber pagado. Eso por no hablar de que la de ayer empezó con veinte minutos de retraso.
Y digo performance por no decir ejercicio alargado, aburrido e intelectualmente afectado y supuestamente reflexivo sobre algo que parece el paso del tiempo -quizás, por eso se repite tanto-. Ni empieza ni acaba ni tiene una clara justificación, ¿por qué?
Y no digo que los actores fueran malos, que el juego de espejos espaciotemporales, dobles bucles y tirabuzones cinematográficos estuviera mal hecho o que la música estuviera mal elegida –el momento del niño a lo Win Mertens es, cuando menos, surrealista y está bien conseguido-. La factura es digna, hay cierto aire de inquietud en el ambiente y no se le puede reprochar nada estéticamente.
Lo que digo es que no entiendo cuál es el leitmotiv ni por qué el director hace lo que hace y se empeña en que nosotros lo veamos. No entiendo por qué cuarenta minutos, porque una vez vistos los cinco primeros visto todo lo demás. No entiendo por qué tanto silencio afectado y rodeado de tanta cursilería intelectual y falsamente freudiana. Por no entender (permitan el chiste), no entiendo que un actor argentino se suba a un escenario y sea capaz de callarse. No entiendo.
Eso sí, con estas cosas he descubierto que esto del teatro es como el fútbol: la ilusión es lo que importa. No pasa nada porque tu equipo haya perdido por tres goles en casa. Al día siguiente se olvida todo y ya estás pensando en que al partido siguiente todo cambiará y el club de tus amores ganará y fichará al mejor jugador del mundo, y te cortarán la entrada en Caja Duero y verás un espectáculo maravilloso y el Festival de las Artes de Castilla y León se afianzará y tendrá una estrategia acertada… y los agoreros nos dejarán en paz.
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jueves, 4 de junio de 2009
Empire (arts & politics)
Fecha: 03-06-09
Teatro: CAEM
Aforo: Un tercio
A partir de ahí, se acabó lo que se daba. Todo lo que les cuente será tan insustancial como lo que allí nos relataron, porque el montaje no transmite nada debido a la frialdad que lo lastra, quizás por una dirección de actores equivocada. Si lo que pretende es tener una conexión emocional con el público, hace todo lo contrario. Y lo que ellos definen en el programa como ‘una mezcla de aparente ligereza y profunda complejidad’ se convierte en Blandiblú, languidez supina y poco atractiva.
Y no estoy hablando del teatro Brechtiano, que buscaba el alejamiento y al público intelectual, el teatro comprometido pero difícil, muy apegado a la época que le tocó vivir y con deseos de transformar el mundo. En el caso de Superamas, su lánguida y blanda propuesta está fuera de contexto y alejada de lo que ahora ocurre en el mundo, al que por tanto, no creo que sea arriesgado decirlo, no transformará. Se puede despreciar la implicación del espectador, pero a la hora de hacerlo hay que llevarlo a cabo con garra, con fuerza y de eso había poco encima del escenario.
Y todo esto para decir que me aburrió y que, a pesar de una factura digna, al final sales con la sensación de que no te han contado nada y de que te has aburrido para nada. Como con el Blandiblú. ¿Se acuerdan?
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lunes, 1 de junio de 2009
Continuous city
Fecha: 29-05-09
Teatro: Liceo
Aforo: Un cuarto
Con un Teatro Liceo que daba miedo de lo vacío que estaba (¿sin no vais a ir para qué os invitan?), regresaba a Salamanca The builders association. Y lo ha hecho con un espectáculo formal y tecnológicamente espectacular y, además, con fondo. Quizás un poco repetitivo y falto de ritmo en parte de su desarrollo, pero tremendamente efectivo en sus pretensiones y objetivos, y muy inteligente, elegante y comedido en la utilización de los medios con los que cuenta.
Desazonador por su mensaje final, Continuous city utiliza el tema de las tan nombradas y estudiadas redes sociales en Internet para enfrentarnos a nuestros más íntimos deseos de huir de la realidad y la responsabilidad. Un antropólogo urbano (la metáfora de todos nosotros) que lleva dos años perdido en continua huida y construye su propio laberinto voluntario, una hija que quiere a su padre a través del ordenador, una niñera que se desahoga haciendo un blog, un alucinado tecnólogo que es un alucinado especulador y un público que ve el lado amargo de las TIC.
Escenas duras y oscuras, como la iluminación –reflejo de la parte tenebrosa de Interne-: la niña se comunica con su niñera a través de mensajes al ordenador estando en la misma habitación; la niña prefiere al padre del ordenador en vez del padre real, de carne y hueso; el espectáculo debe continuar, y quien duda no tiene cabida en un mundo frío y especulativo.
¿Mensaje negativo sobre las tecnologías avanzadas? Pues sí, pero en realidad lo que hay en la red es un reflejo de cómo queremos nosotros que sean las cosas, ¿no? Todo tiene su parte buena o mala. De hecho, gracias a ellas pudimos ver un espectáculo redondo, bien trazado, con cargas de profundidad y que hace reflexionar. Bien elegido para comenzar este V Festival desangelado en cuestión de público. ¿Habrán ganado la partida los envidiosos de la subvención ajena, los falsos poetas de la verdad? Deseo fervientemente que no.
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Carlos
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