Todo fue bien
Ayer todo fue bien en el apartado de teatro de sala del V Festival de las Artes de Castilla y León. Fuimos al Teatro de Caja Duero, nos cortaron la entrada, abrieron a la hora y el espectáculo fue de los que emocionan y hacen afición.
Lev, que así se llama este montaje de la compañía italiana Muta Imago, es una composición de verdadero teatro de emoción, un poema de imágenes con profundos retazos de emotividad, sensibilidad y juegos estéticos que arrancan del espectador los fulgores cálidos y acompasados que el corazón necesita para funcionar en plenitud. Alimento espiritual reconfortante y bello. Lirismo no exento de fuerza y de vida interior. Potencia visual acompañada de víscera cocinada a fuego lento.
Me gustaría pensar que si alguna vez me pegan un tiro en la cabeza todo va a ser como lo representan estos italianos, que, con mesura y con unos efectos especiales salidos de la reflexión y de la emoción a partes iguales, son capaces de representar algo angustiante de una manera mesurada y hermosa: reconstruyen los recuerdos de Lev, el protagonista, con una sensibilidad al alcance de unos pocos elegidos. Se quedan con lo esencial, extraen la esencia de lo que quieren contar y lo plasman con sencillez y habilidad imaginativa.
Es más, el trabajo del actor protagonista y su despliegue físico está a la altura de todo el espectáculo, la iluminación, en la que se sustenta gran parte de su completo resultado final, es excelente y la música está elegida con acierto desde la primera hasta la última nota.
Y al final, el espectador agradece ese río de lava cálida y contundente que le ha bañado y recubierto desde el primer minuto hasta el último. Un acierto que hay que agradecer a una compañía cuyo teatro, si sigue explorando por este camino, abre una senda interesante que atrapará a muchos espectadores deseosos de sentir la suave caricia de la melancolía aterciopelada y para nada afectada de un buen montaje.
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