Compañía: Troubleyn/Jan Fabre
Fecha: 02-06-09
Teatro: Liceo
Aforo: Tres cuartos
Fecha: 02-06-09
Teatro: Liceo
Aforo: Tres cuartos
'Jódete'
Cuando escribes en un periódico la gente te propone ideas y tú, a veces las tomas y otras las dejas. Mi amigo Alberto me dice en un correo electrónico que ‘ya no te puedes librar de ponerle ‘Jódete’ como título al artículo sobre Orgy of tolerance, si el periódico te deja’. Imagino que lo primero que han leído es el título, ¿no?
Me alegro de que los poetastros amigos de sus atalayas subencionadas no vengan al Festival y luego lo critiquen sin razón y para justificarse. Se pierden lo que no merecen –el título de del artículo les viene bien-, como este montaje de Troubelyn y Jan Fabre, del que si de algo estamos seguros los que tuvimos la suerte de verlo es de que está totalmente alejado de la sutileza y de que técnica y estéticamente es perfecto, paradójicamente hablando. Puesto que el mensaje que te escupe es tremendo, pero la estética y la producción son delicadas y perfectas como un Armani. Y lo mejor es que de eso te das cuenta cuando sales, cuando reflexionas.
No es teatro al uso, no tiene un discurso continuado, no utiliza el subtexto y no se preocupa por el qué dirán. A mí me gustó, a pesar de que es excesivamente repetitivo. Pero está tan bien hecho que su vigorosidad y elegancia (a pesar de su violencia visual) son abrumadoras. Un puñetazo en la mesa de alguien que, a pesar de lo que cuenta, demuestra sensibilidad (otra paradoja). ¿Tan ciegos estamos que tiene que venir alguien a gritarnos violentamente a violentarnos en nuestra propia casa para que lo veamos? Pues parece que sí, que necesitamos una metáfora exagerada y necesaria que parece decirnos: ‘Si yo puedo plantaros en la cara masturbaciones, hedonismo y fusiles en el ‘orto’, chistes gruesos, ¿por qué no vosotros?’.
Además, que la total falta de delicadeza a la hora de criticar, ya no el sistema, si no a los que contemplamos el sistema, los que lo odian, los que lo aplauden, los que les da lo mismo, todos, se agradece en tiempos de tanta corrección política. Alguien tenía que hacerlo y ese ha sido Jan Fabre, que nos lanza un ‘jódete’ elevado al cubo: desgraciadamente no podemos huir de lo que nosotros hemos ayudado a crear. Ni tan siquiera él mismo, que da a conocer su obra, toda su obra, en los circuitos más selectos, tolerantes y caros. Una paradoja del sistema, ¿qué le vamos a hacer? Habrá que joderse y aguantarse, incluido el propio Jan Fabre. Ese es el chiste.
Me alegro de que los poetastros amigos de sus atalayas subencionadas no vengan al Festival y luego lo critiquen sin razón y para justificarse. Se pierden lo que no merecen –el título de del artículo les viene bien-, como este montaje de Troubelyn y Jan Fabre, del que si de algo estamos seguros los que tuvimos la suerte de verlo es de que está totalmente alejado de la sutileza y de que técnica y estéticamente es perfecto, paradójicamente hablando. Puesto que el mensaje que te escupe es tremendo, pero la estética y la producción son delicadas y perfectas como un Armani. Y lo mejor es que de eso te das cuenta cuando sales, cuando reflexionas.
No es teatro al uso, no tiene un discurso continuado, no utiliza el subtexto y no se preocupa por el qué dirán. A mí me gustó, a pesar de que es excesivamente repetitivo. Pero está tan bien hecho que su vigorosidad y elegancia (a pesar de su violencia visual) son abrumadoras. Un puñetazo en la mesa de alguien que, a pesar de lo que cuenta, demuestra sensibilidad (otra paradoja). ¿Tan ciegos estamos que tiene que venir alguien a gritarnos violentamente a violentarnos en nuestra propia casa para que lo veamos? Pues parece que sí, que necesitamos una metáfora exagerada y necesaria que parece decirnos: ‘Si yo puedo plantaros en la cara masturbaciones, hedonismo y fusiles en el ‘orto’, chistes gruesos, ¿por qué no vosotros?’.
Además, que la total falta de delicadeza a la hora de criticar, ya no el sistema, si no a los que contemplamos el sistema, los que lo odian, los que lo aplauden, los que les da lo mismo, todos, se agradece en tiempos de tanta corrección política. Alguien tenía que hacerlo y ese ha sido Jan Fabre, que nos lanza un ‘jódete’ elevado al cubo: desgraciadamente no podemos huir de lo que nosotros hemos ayudado a crear. Ni tan siquiera él mismo, que da a conocer su obra, toda su obra, en los circuitos más selectos, tolerantes y caros. Una paradoja del sistema, ¿qué le vamos a hacer? Habrá que joderse y aguantarse, incluido el propio Jan Fabre. Ese es el chiste.
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