Compañía: Grupo de Rua
Fecha: 01/06/2008
Teatro: CAEM
Aforo: Un tercio
Fecha: 01/06/2008
Teatro: CAEM
Aforo: Un tercio
Chirridos penetrantes
Si hay algo que destaca de cualquier ser humano es la personalidad que tiene. Hay gente que se deja arrastrar por aquellas opiniones que le llegan desde fuera y hay personas que no, que van a lo suyo pese a quien pese y cueste lo que les cueste. Ellos siguen hasta el final sin importarles lo que les pueda ocurrir. Hay que avanzar aunque sea de espaldas. Los golpes de la vida se superan de la forma que sea.
Esto es lo que ocurre con H3, de Grupo de Rua. A nadie le hubiera importado en el patio de butacas que hubiera más hip hop, más música, más emoción. Pero ellos no. Adelante con su propuesta, muy interesante, pero con poca chicha visceral. Y eso es mérito del director, que si al final introduce lo que todos esperaban hubiera claudicado en su propuesta, que es sólida y tiene por detrás un concepto.
Crean los chicos de esta compañía, entre los que hay cierto desnivel artístico y técnico acentuado, un montaje lleno de danza contemporánea y hip hop o lo que sea. Y lo convierten en un espectáculo seco y duro, lleno de agresividad, de enfrentamiento, de frialdad por los cuatro costados. Ayudados por la parquedad de la luz de escena, por el comienzo en silencio, en el que ya se entrevé lo que uno va a presenciar, hacen que el mundo que recrean sea frío y repetitivo, como el que viven diariamente en la calle.
Es decir, hacen una propuesta cercana al experimento y al ejercicio y lo encubren con cierta dosis de seriedad y de poderío físico que, en cierto modo, envía el mensaje de que saben lo que hacen y porqué lo hacen. Y que, además, quieren hacerlo así.
Por lo menos, cuentan determinadas cosas y hablan de la dureza, de la sequedad de una vida nada fácil. El montaje es interesante, aunque no emocionante. Tiene momentos de belleza y de impacto, pero nada de lo que cuentan llega con intensidad al público. Eso sí, al final todos sabemos que la banda sonora de la vida la pueden poner los chirridos penetrantes de las zapatillas de unos bailarines que se dejan la piel en escena.
Esto es lo que ocurre con H3, de Grupo de Rua. A nadie le hubiera importado en el patio de butacas que hubiera más hip hop, más música, más emoción. Pero ellos no. Adelante con su propuesta, muy interesante, pero con poca chicha visceral. Y eso es mérito del director, que si al final introduce lo que todos esperaban hubiera claudicado en su propuesta, que es sólida y tiene por detrás un concepto.
Crean los chicos de esta compañía, entre los que hay cierto desnivel artístico y técnico acentuado, un montaje lleno de danza contemporánea y hip hop o lo que sea. Y lo convierten en un espectáculo seco y duro, lleno de agresividad, de enfrentamiento, de frialdad por los cuatro costados. Ayudados por la parquedad de la luz de escena, por el comienzo en silencio, en el que ya se entrevé lo que uno va a presenciar, hacen que el mundo que recrean sea frío y repetitivo, como el que viven diariamente en la calle.
Es decir, hacen una propuesta cercana al experimento y al ejercicio y lo encubren con cierta dosis de seriedad y de poderío físico que, en cierto modo, envía el mensaje de que saben lo que hacen y porqué lo hacen. Y que, además, quieren hacerlo así.
Por lo menos, cuentan determinadas cosas y hablan de la dureza, de la sequedad de una vida nada fácil. El montaje es interesante, aunque no emocionante. Tiene momentos de belleza y de impacto, pero nada de lo que cuentan llega con intensidad al público. Eso sí, al final todos sabemos que la banda sonora de la vida la pueden poner los chirridos penetrantes de las zapatillas de unos bailarines que se dejan la piel en escena.
1 comentario:
Yo creo que los bailarines no eran tan buenos y sí estoy de acuerdo en que el montaje era interesante.
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