jueves, 12 de junio de 2008

Don Quijote contra el ángel azul


Compañía: Compagnie Jérôme Savary
Fecha: 11/06/2008
Teatro: CAEM
Aforo: Dos tercios

Indefinición

El Diccionario de la RAE define eclecticismo como ‘Modo de juzgar u obrar que adopta una postura intermedia, en vez de seguir soluciones extremas o bien definidas’. Me quedo con la última parte, la de las soluciones bien definidas. Y es que este espectáculo de la Compagnie Jérôme Savary, Don Quijote contra el ángel azul, se queda en cierta indefinición, en cierta falta de ese puntito que necesita un espectáculo para ser eso, un buen montaje.

Los mimbres los tiene. Buenos actores que saben perfectamente lo que hacen y lo hacen bien, sobre todo un maestro de ceremonias que está absolutamente a gusto con el papel que representa, buenos músicos, irreverencia, desenfado y un inconfundible aroma a teatro-circo chino que nos retrotrae a épocas en las que las ferias de ciudades y pueblos acogían este tipo de espectáculos en los que se mezclaba el teatro, la revista, las atracciones seudoeróticas, la mujer barbuda, los telones de tela pintada, el contorsionista cojo o el enano transexual.

Parece que todo está bien, pero el espectáculo envía el mensaje de que le falta fuerza. A pesar de ese totum revolutum en principio divertido en el que se mezcla a Don Quijote con pistolas y a Sancho Panza deseando entrar en el primer puticlub de carretera que encuentren, a bailarinas de can can con magos de tres al cuarto, a chistes burdos sobre políticos con atracciones cutres de barraca, la sensación que te queda es de que le falta ese punto que otorga a un show el estatus de genial. Y eso que es bueno matar de vez en cuando a los mitos, pero tanta casposidad franchute-cañí te lleva a la confusión. Además, la suciedad de las entradas y salidas de escena, de los telones que caen sin ton ni son dan cierta sensación de dejadez, de que aquello no es buscado.

No es que esté diciendo que yo lo hubiera hecho de otra manera, es que un show que podía tener mucha potencia te decepciona y te confunde porque se queda en la indefinición de lo que quiere transmitir porque, al final, nadie sabe si lo que vio es un homenaje, una denuncia o una parodia y eso, amigos, denota en la mayoría de las ocasiones falta de personalidad.

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