martes, 1 de junio de 2010

Hashirigaki


Hashirigaki: from koto to Pet Sounds
Compañía: Théâtre Vidy-Lausanne
Fecha: 31-05-2010
Teatro: Liceo
Aforo: Un tercio

No vi la ironía


Es curioso esto del teatro. Uno va, se sienta una butaca, mira, escucha, siente, estornuda, observa, pestañea, rompe, mira, estornuda, escucha, rompe, siente, pestañea, observa… se acaba el espectáculo, sale y decide si le ha gustado o no.


Tengo que reconocer que hasta que no he leído los textos de la estadounidense Gertrude Stein, en los que está basado este Hashirigaki, no me he decidido a dar una opinión sobre lo que ha hecho Heiner Goebbels con esta propuesta.


Animado por el dato que nos dio Calixto Bieito a la salida del Liceo -nos dijo que era de los años 20-, volví a casa y me lo leí de cabo a rabo para, debido a que mi torpe inglés me había limitado, volver a estudiarlo. ¡Y sorpresa! Había entendido la mayoría de las cosas. Esa serie de repeticiones rítmicas, esa manera casi infantil de jugar con las palabras, esa forma de utilizar el lenguaje que ya me había atraído en el teatro me gustó más al leerlo que al verlo puesto en escena.

Y eso es quizás lo que hace que saliera del teatro con la sensación de haberme ido incompleto, de que quizás esos textos no pueden llevarse a escena de la manera en la que lo ha hecho Goebbels, porque yo sí que creo que a pesar de ese aspecto de espectáculo estéticamente bello y de unos efectos técnicos interesantes debería haber algo más. Algo que el texto sí tiene, pero el espectáculo no.


Esos textos, muy buenos y envidiables, no tienen juntos una estructura dramática unidos en la forma en la que están en el montaje. Carecen de fuerza dramática en ese estado en el que se nos presentan porque, para mí, debajo de cada una de las letras que componen el texto hay un sufrimiento que nos habla de la falsa felicidad que todos nos obligamos a fingir en este mundo de mierda y en el de 1920. Detrás de cada una de esas palabras hay víscera y locura. Y yo, la verdad, creo que Goebbels no deja traslucir nada de eso en un espectáculo armado, pero sin fisuras emocionales. O eso o que yo no vi la ironía… bueno, o que mi inglés me impidió degustarlo en el momento adecuado y no me emocionó.

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