Dirección: Óscar Martínez
Fecha: 18-04-09
Teatro: Liceo
Aforo: Lleno
Fecha: 18-04-09
Teatro: Liceo
Aforo: Lleno
Pasar el rato
Hablemos de matemáticas. Uno más uno suelen ser dos. Juntas, por ejemplo, a dos maestros de la escena como Pepe Sacristán y Héctor Alterio y el espectáculo suele dar como resultado éxito. Y de público lo fue. Por lo menos en el Liceo.
El único problema es que a pesar de que estaban estos dos magníficos actores encima del escenario, de que la mayoría de los gags (que no escenas) funcionaban, de que la sonorización era perfecta para que se les escuchara como merecen, de que la iluminación era buena y de que el teatro estaba lleno, nadie había contado con una ecuación que podía dar al traste con todo: el texto no estaba a la altura. De hecho, en algunos momentos parece que los actores, a pesar de su gran oficio, lo metían con calzador.
Desde mi modesto punto de vista, el texto no me convence porque no me convencen primero la irrealidad de lo que allí me están contando y segundo trascendencia diluida que, en este caso, tiene un tema como el que trata Dos menos, el de dos ancianos a los que se les diagnostica una enfermedad mortal que les matará en quince días como máximo. Y digo lo de la trascendencia porque el mero hecho de plantearlo debería tenerla sin tener que recurrir ni tan siquiera a discursos intelectuales en los que muchos caerían y que afortunadamente en este caso no ocurre.
No, no es eso. Lo que sucede es que ese camino heroico y perturbador que los dos personajes recorren carece de verosimilitud: uno no se lo cree porque está fuera del contexto que necesita, al mezclar la irrealidad de la situación con la tremenda realidad de ver a dos tipos con pijama cambiando espacialmente de escena sin ningún sentido.
Es más, ¿dónde está ese viaje maravilloso, el regreso a los sentimientos más preciados del ser humano: el amor, la amistad, la paternidad, lo efímero por la vida?, ¿dónde está el camino de Ulises en el que esos dos ancianos llegan a conocerse a sí mismos más allá de lo que ya se conocen por su edad?, ¿dónde está la dureza de la prueba? Es curioso, pero todo lo que propone no lo desarrolla y se queda en el simple cinismo del aquí no pasa nada porque, en realidad, ninguna de ellas desarrolla nada.
Y me temo que, a pesar de que la gente lo pasa bien, este montaje se queda en la suma de algunos aspectos que seguramente funcionan en los teatros, pero que dejan con la sensación de haber visto un simple divertimento con dos personajes que carecen de profundidad y de la seriedad dramática necesaria que conduzca a algo más allá de pasar el rato.
El único problema es que a pesar de que estaban estos dos magníficos actores encima del escenario, de que la mayoría de los gags (que no escenas) funcionaban, de que la sonorización era perfecta para que se les escuchara como merecen, de que la iluminación era buena y de que el teatro estaba lleno, nadie había contado con una ecuación que podía dar al traste con todo: el texto no estaba a la altura. De hecho, en algunos momentos parece que los actores, a pesar de su gran oficio, lo metían con calzador.
Desde mi modesto punto de vista, el texto no me convence porque no me convencen primero la irrealidad de lo que allí me están contando y segundo trascendencia diluida que, en este caso, tiene un tema como el que trata Dos menos, el de dos ancianos a los que se les diagnostica una enfermedad mortal que les matará en quince días como máximo. Y digo lo de la trascendencia porque el mero hecho de plantearlo debería tenerla sin tener que recurrir ni tan siquiera a discursos intelectuales en los que muchos caerían y que afortunadamente en este caso no ocurre.
No, no es eso. Lo que sucede es que ese camino heroico y perturbador que los dos personajes recorren carece de verosimilitud: uno no se lo cree porque está fuera del contexto que necesita, al mezclar la irrealidad de la situación con la tremenda realidad de ver a dos tipos con pijama cambiando espacialmente de escena sin ningún sentido.
Es más, ¿dónde está ese viaje maravilloso, el regreso a los sentimientos más preciados del ser humano: el amor, la amistad, la paternidad, lo efímero por la vida?, ¿dónde está el camino de Ulises en el que esos dos ancianos llegan a conocerse a sí mismos más allá de lo que ya se conocen por su edad?, ¿dónde está la dureza de la prueba? Es curioso, pero todo lo que propone no lo desarrolla y se queda en el simple cinismo del aquí no pasa nada porque, en realidad, ninguna de ellas desarrolla nada.
Y me temo que, a pesar de que la gente lo pasa bien, este montaje se queda en la suma de algunos aspectos que seguramente funcionan en los teatros, pero que dejan con la sensación de haber visto un simple divertimento con dos personajes que carecen de profundidad y de la seriedad dramática necesaria que conduzca a algo más allá de pasar el rato.
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