Fecha: 30/04/2008
Teatro: Liceo
Teatro: Liceo
Aforo: Un tercio
Mala educación
No me gusta escupir. Ni que escupan, por supuesto. Encontrarse un gargajo en la calle y tener que esquivarlo es desagradable y de mal gusto. Es más, me parece agresivo y de mala educación.
Tampoco me gusta este Escupir en el tiempo, de Erre que erre, y no estoy de acuerdo con lo que cuentan en su programa de mano. Principalmente, porque no coincide con lo que luego te transmite en escena, que es, más bien, poco.
Tampoco me gusta este Escupir en el tiempo, de Erre que erre, y no estoy de acuerdo con lo que cuentan en su programa de mano. Principalmente, porque no coincide con lo que luego te transmite en escena, que es, más bien, poco.
Señalan en su díptico que es “Un espectáculo que habla de celebrar, del futuro y de los secretos que aún quedan por desvelar”. A mí no me dijo nada de esto. Ni una emoción, ni un sentimiento. Nada.
Utilizando, ante todo, el lenguaje corporal como forma de comunicación entre los seis bailarines que actuaban, se intuía una clara vocación de establecer un diálogo prácticamente teatral y estridente sobre el escenario. Al igual que los textos escénicos en los que los personajes se pasan hora y media discutiendo por todo, parece que los personajes o conceptos que nos presenta la compañía se pasan la fiesta perpetua en la que viven haciendo lo mismo. Es demasiado evidente ese deseo del que hablan. Le falta cierta sutilidad.
Si lo que quieren es presentarnos una celebración, una fiesta, “una forma de compartir esos instantes únicos que se sienten un poco por debajo de la piel”, conmigo, desde luego, no lo han conseguido. Salí igual de frío que lo que entré. Es posible que más. La música tampoco ayuda demasiado a meterte en ambiente, aunque, eso sí, la iluminación y el movimiento detrás de la puerta está muy cuidado y medido.
Quizás el mensaje sea que el mundo en el que vivimos es así: frío y distante. Yo creo que no. Creo que la comunicación se puede establecer de otra manera. De la misma manera que la danza no puede dejarte más tieso que la mojama, incluso aunque te escupan conceptos. Y eso, amigos míos, es de mala educación.
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