viernes, 2 de mayo de 2008

El enemigo de la clase


Fechas: 01/05/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Un cuarto
No me acuerdo
El enemigo de cualquier ámbito en la vida son las voces. Aquel ruido que no te deja escuchar, ni deja hablar a los demás. Te confunde y no puedes llegar a un acuerdo, a una conclusión… Igual pasa en el teatro.

El enemigo de la clase, dirigida por Marta Angelat, cuenta la historia de seis alumnos con los que ningún profesor quiere apechugar por ser excesivamente conflictivos. Pretende no ofrecer respuestas y parece que las ofrece todas. No pretende echar la culpa a la sociedad y no deja resquicio alguno para que pensemos otra cosa. A mí no me gustó y me pareció aburrida. Y en parte es por el texto, aunque tiene momentos acertados, pero también por el planteamiento tan agresivo y macarra que se ofrece en este montaje.

Está llena de ruido (de gritos) por todas partes y con un septeto de actores absolutamente descompensado en su composición. Sólo son dignos de mencionar Eloy Yebra, en su papel de Bombilla, y Jordi Soler, en el papel del profesor que lidia con sus alumnos (se agradecía que apareciera en escena). Bernabé Fernández se pasa una hora entera gritando, vociferando, desgañitándose. Tiene madera, pero otro espectáculo como éste e interpretará mudos toda la vida. Es exageradamente pesado. Imagino que le habrán dirigido así… De los demás, mejor no gritar nada porque nada hicieron que mereciera la pena, si acaso lo contrario.

En cuanto al texto, es cierto que tiene que juntar a seis personajes marginales, totalmente agresivos y fuera de lugar para componer el drama que quiere contar, pero tengo la sensación de que es absolutamente previsible y poco sutil. No deja nada a la imaginación del espectador. ¿Por qué es siempre la sociedad la que tiene la culpa de todo? Ya, ya sé que ese no es el mensaje de la obra, pero lo parecía.

La verdad es el poco público que había y la frialdad del patio de butacas cocaban forntalmente con el guirigay del escenario. Tanta voz, tanto revoltijo no te deja disfrutar de algunos de los momentos con verdadera tensión dramática y con garra. Y es más, no permite entrever entre líneas, te lo cuentan todo. ¿Qué era aquello del subtexto? Ya no me acuerdo. Y no es por el alzheimer, se lo puedo asegurar.

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