Dirección: Miguel Narros
Fecha: 13-02-09
Teatro: Liceo
Aforo: Lleno
Fecha: 13-02-09
Teatro: Liceo
Aforo: Lleno
Manada
Hay un fenómeno curioso que se produce en determinado tipo de espectáculos. Resulta que gustan más los conciertos de orquestas grandes en los que hay muchos maestros que las propuestas en las que actúa un trío o un solo pianista, por ejemplo. A la gente le gusta el mogollón. Somos así: animales de manada.
Debe producirse este fenómeno también en algunas obras de teatro, porque si no, el que suscribe no entiende muy bien la gran acogida que tuvo La cena de los generales en el Liceo. Había muchos actores y actrices en escena, pero se hace pesada, aburrida y repetitiva, igual que una cena con Franco (supongo, que afortunadamente no estuve en ninguna).
Sustentada en cuatro gags repetitivos, en un texto pesado que necesita de una absurda explicación de las escenas en un marcador electrónico situado encima del escenario, ¿por qué?, en una composición de los personajes basada en la más sencilla identificación: histriónicos los idiotas fascistas (que lo eran) y contenida los inteligentes y machacados republicanos (que también lo eran), este montaje se salva por la interpretación de Sancho Gracia, que compone un muy creíble maitre: cansado, pero inteligente y luchador.
Quizás Narros, que ya ha estado en mil batallas – ¿uno de cada cuatro montajes que llegan a Salamanca tienen su sello? -, se ve en la obligación de inventar algo cada vez, de ir más allá, de satisfacer a un público que, en realidad, lo que pide no es nuevas ideas, lo que solicita es buenas y sólidas propuestas. No se entiende muy bien lo del cartelito explicativo de las escenas, porque no es necesario y, además, no pega con la concepción estética de la obra. Pero, tampoco se entienden esos cambios bruscos de sentimiento y ritmo en el texto a la hora de decirlo, esa supuesta teatralidad dramática innecesaria en una propuesta naturalista como es la Alonso de Santos.
Eso sí, los actores salvan perfectamente el hecho de no trabajar con comida real y simular que cocinan con lenguaje corporal, lo cual, si me permiten, tampoco pega mucho, pero es lo que hay si se quiere convencernos de que preparan realmente una cena entera para Franco. No me gustó y me aburrió, ¿qué quieren que les diga? Así es que la próxima vez prefiero un menú más frugal para la cena, pero mucho más sabroso y bien cocinado. Aunque en escena sean pocos, que no pasa nada de nada, se lo aseguro.
Debe producirse este fenómeno también en algunas obras de teatro, porque si no, el que suscribe no entiende muy bien la gran acogida que tuvo La cena de los generales en el Liceo. Había muchos actores y actrices en escena, pero se hace pesada, aburrida y repetitiva, igual que una cena con Franco (supongo, que afortunadamente no estuve en ninguna).
Sustentada en cuatro gags repetitivos, en un texto pesado que necesita de una absurda explicación de las escenas en un marcador electrónico situado encima del escenario, ¿por qué?, en una composición de los personajes basada en la más sencilla identificación: histriónicos los idiotas fascistas (que lo eran) y contenida los inteligentes y machacados republicanos (que también lo eran), este montaje se salva por la interpretación de Sancho Gracia, que compone un muy creíble maitre: cansado, pero inteligente y luchador.
Quizás Narros, que ya ha estado en mil batallas – ¿uno de cada cuatro montajes que llegan a Salamanca tienen su sello? -, se ve en la obligación de inventar algo cada vez, de ir más allá, de satisfacer a un público que, en realidad, lo que pide no es nuevas ideas, lo que solicita es buenas y sólidas propuestas. No se entiende muy bien lo del cartelito explicativo de las escenas, porque no es necesario y, además, no pega con la concepción estética de la obra. Pero, tampoco se entienden esos cambios bruscos de sentimiento y ritmo en el texto a la hora de decirlo, esa supuesta teatralidad dramática innecesaria en una propuesta naturalista como es la Alonso de Santos.
Eso sí, los actores salvan perfectamente el hecho de no trabajar con comida real y simular que cocinan con lenguaje corporal, lo cual, si me permiten, tampoco pega mucho, pero es lo que hay si se quiere convencernos de que preparan realmente una cena entera para Franco. No me gustó y me aburrió, ¿qué quieren que les diga? Así es que la próxima vez prefiero un menú más frugal para la cena, pero mucho más sabroso y bien cocinado. Aunque en escena sean pocos, que no pasa nada de nada, se lo aseguro.
2 comentarios:
me gustó lo del mogollón,,, y es verdad nos gusta andar en manada (a la generalidad) por eso yo busco lugares donde no haya tanta gente, me aturden y me cansan. saludos afectuosos.
Me encantó la obra. Y sobre todo Sancho Gracia, está genial
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