lunes, 8 de septiembre de 2008

La cena


Compañía: Els Joglars
Fecha: 07/09/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Lleno

Una heroicidad

Imagino que Albert Boadella duerme como un lirón, de la noche a la mañana y con una sonrisa en la cara. No me extraña. Una persona tan preclara, y que dice lo que dice sin miedos ni autocensuras, tiene que hacerlo. Y es que Els Joglars regresa y reincide con premeditación y alevosía en sus temas y estructuras favoritas. Y lo mejor de todo es que no aburre, que Boadella esas cosas las hace y las escribe muy bien. Lucidez, mala leche, desparpajo, bilis corrosiva, nada le falta ni nada le sobra a un montaje sin edulcorantes, sin ambigüedades y, lo que es más importante, sin arrepentimientos pasados, presentes o futuros. Él sigue erre que erre desde hace tiempo y, para qué lo vamos a negar, tiene toda la razón y triunfa con sus propios tópicos, lo cual es una heroicidad, porque lo hace, lo hacen, muy bien.

La cena es un montaje que arremete contra los gurús del cambio climático, la progresía de salón que defiende una ecología de despacho rodeada de frases leídas en artículos de prensa leídos entre desayuno de trabajo y comida de entrega de premios, el negocio y el miedo que se ha instalado a costa de la naturaleza y contra lo que se supone que es la alta cocina. Bueno, contra eso y contra muchas cosas más, aunque en realidad lo hace, como todos sus montajes, contra la hipocresía y la falsedad de la sociedad en la que vivimos. Exactamente igual que en sus anteriores propuestas, con claro carácter de denuncia social.

De hecho, desde el primer momento en el que se abre el telón y aparece en el fondo la reproducción de un mapamundi renacentista el mensaje es claro: la tierra es lo que es desde hace muchos años, dejémosla estar y no creemos falsas y ridículas radicalidades.

Y de eso va el montaje: de una cena que acaba siendo una comunión brutal y surrealista, de una gente que traga con todo lo que le echen (excepto algunos), de una sociedad que se luce y obtiene réditos fáciles, ya sea utilizando el problema del medio ambiente, el chapapote o el terrorismo. ¿Qué más da? Por eso a Boadella le va tan bien con sus montajes. Porque es un señor muy preclaro que no se sienta a cenar con cualquiera que no sea un espectador que, por lo menos, cuando se va a la cama duerme muy tranquilo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues a mí me decepcionó. Y mucho. Vale que con Els Joglars siempre vas con las expectativas bien altas y esperas lo que no le pides a otros.Tampoco niego que los actores, la interpretación, la estética, las transiciones y la música no estuvieran clavadas. Pero es que es lo menos que esperas de ellos...
La dramaturgia cojeaba. No concretaba. Y Le quedó mejor la cuarta escena de "El retablo de las maravillas" donde se centraba bien en el tema de la gastronomía. Aquí no tuve clara la estructura dramatúrgica casi hasta el final, unas veces que si el medio ambiente,que si la hipocresía que si la alta cocina ains! céntrate no? hila!!!
y estaba muy muy friamente escrito. No estaba la emoción de "En un lugar de Manhattan" -que también era otro encargo- ni la mala leche de otros "Ubú president" sino una pequeña demostración de lo que podrían hacer y que no han hecho...

Y mira que me reí pero también se me fue la cabeza a otra parte en varios momentos y eso es síntoma muuuy claro de que aquello no atrapa y Els Joglars siempre lo habían hecho hasta ahora... incluso en grabaciones de obras antiguas...


Pero Boadella sigue siendo dios