lunes, 14 de enero de 2008

Del Rey abajo, ninguno


Compañía: Nacional de Teatro Clásico
Fecha: 12/01/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Lleno
Para escuchar mientras lees: Mayalde. Las panaderas (Youtube)
Herejía

Los cuernos siempre han sido motivo de conflicto en la sociedad. Desde que el ser humano lo es, se ha convertido en un tema que ha servido para ilustrar cientos de chistes, películas, novelas, obras de teatro… Mis miedos se acabaron este fin de semana. Pero, esa es otra historia.

En Del Rey abajo, ninguno, Francisco de Rojas Zorrilla plantea el típico dilema que nos surge en nuestras atormentadas almas hoy a todos: ¿Qué pasaría si fuera el Rey el que quisiera ventilarse a la mujer que ama un campesino? Esta duda, nada baladí, esconde debajo su conflicto: contrapone la libertad del individuo frente a la lealtad a su soberano, que en aquella época era una especie de dios en la tierra.

El problema de todo esto es que, visto desde mi perspectiva y a riesgo de cometer herejía, ese posible drama cercano a la tragedia lo convierte el bueno de Rojas en una especie de culebrón en el que funcionan más las circunstancias azarosas que la propia libertad del protagonista (García) para poder salir airoso, primera circunstancia que no convence.

Y, segunda circunstancia, el público ya conoce qué es lo que ocurre. Todos sabemos desde el principio que el que García cree que es el Rey, en realidad no lo es, es un noble, y que el campesino es también noble, con lo cual la cosa puede resolverse de una manera sencilla y más civilizada que matar a la mujer (Blanca) y luego suicidarse él: cortarle el cuello al que intenta convertirle en uno de los ciervos que él tanto quiere y caza en el bosque en el que vive. En definitiva: que la obra, la trama, la estructura, a mí no me gustan, me parecen sobrevaloradas.

No obstante, por esa misma razón, creo que el montaje que ha hecho de ella la Compañía Nacional de Teatro Clásico está por encima del texto. Una dirección sobria y clásica, una escenografía en estructura vertical en dos planos, inferior y superior, unas interpretaciones sobresalientes, las de García y Blanca, un vestuario bastante cuidado e indicativo, sobre todo el del pueblo, con sus bordados y motivos étnicos, y unos temas musicales que acercan la propuesta a la antropología y la ponen en valor. Una propuesta que, lejos de ser una herejía, salva las circunstancias de una manera elegante y digna.

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