lunes, 27 de julio de 2009

El sueño de una noche de verano


Compañía: UR Teatro
Fecha: 24-07-09

Teatro: Patio de Fonseca
Aforo: Lleno



Mucho teatro

No me gusta hacer la ola cuando voy al fútbol, te entretiene y te molesta durante se desarrolla lo que has ido a disfrutar. Me molesta y me pone nervioso que un señor se levante en medio del partido que tú has pagado y no te deje ver lo que realmente merece la pena. Pero mira, no me hubiera importado que, al finalizar el espectáculo de UR, durante el transcurso no, hubiéramos hecho una ola de las buenas.

Para andarnos sin rodeos, que la ocasión lo merece: este montaje de UR sigue siendo de lo mejor que ha pasado por Salamanca en los últimos quince años y continúa manteniéndose fresco, vital y atractivo para el espectador. No hay mejor versión española de El sueño de una noche de verano que la de Helena Pimenta. Y mira que se han hecho…

Verdadero teatro el que se nos ofrece durante hora y tres cuartos en un banquete que nadie en su sano juicio debería rechazar. Eso sería signo de la anorexia mental más desoladora que el ser humano puede sufrir, un crimen de lesa majestad.

Tiene ritmo, tiene interpretación, tiene dirección, tiene un concepto claro y contundente, tiene criterio en el expurgo del texto –muy importante-, tiene sentido del humor, tiene contención y tiene teatro dentro, mucho teatro. Universalidad indeleble en el tiempo, que hace de este montaje un clásico que permanecerá grabado a fuego en nuestras memorias.

Y todo esto gracias a una dirección vigorosamente moderna, a pesar del paso del tiempo, y a seis artistas que en escena lo dan todo y se muestran como verdaderos actores y actrices en plenitud, con el ego debidamente dosificado y con las cosas muy claras para ofrendar todo su trabajo a la mayor gloria del conjunto. Al igual que la iluminación (¡qué susto cuando se te van las luces en mitad de la actuación!) y la banda sonora.

Conclusión: Helena Pimenta es una creadora, una directora que, unida a William Shakespeare, se convierte en autora por derecho propio. Ya nos gustaría a muchos ser heridos por el dardo de la inspiración que rezuma todo el montaje. Una lástima que no saliera a saludar. Merecía el aplauso final. Igual que esa noche de verano recibió un espectáculo de grandísimo calibre.

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