martes, 14 de octubre de 2008

La señorita Julia


Dirección: Miguel Narros
Fecha: 10/09/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Lleno

Apuestas

Al final, todo se reduce a apostar por el negro o el rojo, a hacer la primitiva con los cumpleaños de la familia, ponerle siempre uno al Madrid o que digas que quieres una niña y resulta que te nace un niño más burro que un arado… Apuestas. De apuestas está llena la vida.

La señorita Julia es una apuesta personal de Miguel Narros, que la convierte en algo descarnado y absolutamente directo, huyendo de las sutilezas e invirtiendo los esfuerzos en soltar de sopetón al público que lo que vemos es lo que realmente hay en el texto, no lo que podemos intuir.

Y unas veces se gana y otras se pierde. En este caso, el hecho de que Narros nos ofrezca su peculiar visión de un clásico infinitamente revisado (¿cuántas veces habrá venido ya a Salamanca?) me parece interesante y valiente, empezando por la escenografía, que ya de antemano nos avisa de la degradación de la protagonista del montaje. Y otra, muy valiente y acertada es la elección del reparto, que defiende las tesis del director con uñas y dientes y está absolutamente entregado en cada segundo de las dos horas que dura el espectáculo.

A lo que yo nunca hubiera apostado es a hacer un comienzo contrario al espíritu de la obra. El teatro no hay que explicarlo si el texto, como en este caso, no lo necesita. Es más, alarga el montaje innecesariamente. Al igual que el ritmo de determinadas escenas, cuyo desarrollo afecta al conjunto de la obra, muy lento. E igualmente, no es necesario remarcar tan dramáticamente determinados problemas de los personajes porque cuando llegan los últimos diez minutos ya estás totalmente saturado. Y es que el texto tiene la suficiente fuerza como para no tener que subrayar artificialmente nada.

Pero bueno, son apuestas y Narros ha optado por la suya, en la que hay algunas cosas tan descarnadas que muchas veces provocan la risa del espectador, no sé si nerviosa o complaciente con lo que está viendo. Una apuesta valiente en la que unas veces el director pierde y otras gana. Como Raúl Prieto, una apuesta ganadora. Me juego lo que ustedes quieran.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí me pareció un coñazo.