miércoles, 23 de julio de 2008

Chrónica de Fuenteovejuna


Compañía: Samarkanda Teatro
Fecha: 22/07/2008
Teatro: Patio de Fonseca
Aforo: Dos tercios

Pedagogía

Andaba yo anonadado por la programación de la Feria de Ciudad Rodrigo, en la que echo de menos, además de algunas compañías salmantinas con mucha más capacidad teatral que muchas de las que están, algo más de riesgo y menos puerilidad monjil, cuando me di cuenta de que tenía que ir a Fonseca para ver este montaje de Samarkanda Teatro y me dije: ‘Ojalá no pases frío, que en Fonseca ya se sabe, y a ver si encuentras algo de riesgo’. Y oye, dicho y hecho. Nada de frío en Las Noches del Fonseca, ¡ya es raro!, y riesgo en Chrónica de Fuenteovejuna, en la que el director, José Carlos Plaza, y la adaptación van de frente con una propuesta que se queda sólo en correcta, ágil, pero algo desfasada.

Propone Samarkanda un juego metateatral en el que el público asiste a la preparación por parte de una compañía de teatro del montaje de Fuenteovejuna. Los actores discuten sobre la mejor manera de abordar un texto en el que Lope de Vega hace pedagogía y reivindicación de la solidaridad social y seguidamente le hace la pelota a la monarquía absolutista de una manera descarada. Y es ahí donde se plantea el problema de la obra, que en algunos momentos es excesivamente pedagógica y políticamente ingenua, lo que conlleva mucho artificio en las partes del texto que contextualizan para el público.

El resultado es interesante como ejercicio, pero demasiado desfasado, demasiado ‘pasado’ por sindical (parece un ensayo de finales de los 70) y hasta cierto punto ingenuo. No acaba de convencer y, además, se queda entre dos aguas. Es curioso, pero lo más interesante sucede cuando los actores representan la obra de Lope, sin decorados y con una buena iluminación consiguen un efecto maravilloso, y lo menos interesante cuando sueltan, en determinados momentos de su ‘ensayo’, sus discursos sobre la situación política, geográfica y social de la España del momento.

Por cierto, que se echa de menos la figura del director, suprimido en escena, quizás con la intención de equipararlo al personaje del comendador. Pero bueno, también yo eché de menos el frío y, esa noche, no apareció.

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