Compañía: Teatro de la Abadía
Fecha: 09-05-09
Teatro: Liceo
Aforo: Un tercio
Fecha: 09-05-09
Teatro: Liceo
Aforo: Un tercio
Deliciosamente histriónica
Nadie sabe cómo, pero todo el mundo llega al final de sus días sobreviviendo. Esto, que puede parecer una perogrullada, se convierte en los tiempos que vivimos en una magnífica excusa para reivindicar la libertad personal, la locura controlada y el derecho a equivocarnos como mejor nos venga. ¡No van a ser sólo los bancos y los políticos los únicos que pueden hacerlo!
Y es que quizás me equivoque, pero a mí me gustó este Días mejores por su histrionismo controlado y porque es un canto al absurdo divertido y surrealista, al lenguaje de series de animación como Padre de familia, a las escenas made in Calixto Bieito, a lo políticamente marginado y a la positividad enrabietada. Lo que me atrae es la idea de juntar a unos personajes normales y corrientes en una situación loca y ridícula y plantárnoslos en nuestra jeta para que nos sintamos ¿locos, ridículos y positivos o cuerdos y pagados de nosotros mismos? Si es usted un superviviente que ha tenido que hacer cualquier cosa para sacar adelante a su familia o pagar la jodida hipoteca sabrá elegir en qué bando está.
Ya, ya sé que manejar todos estos elementos es complicado y no todo iba a ser perfecto. No es un montaje de diez, pero es un espectáculo honesto y real para gente honesta y real… aunque parezca lo contrario.
Bien es cierto que tanto absurdo y tanta conversación sobre el negocio de la quema de edificios y coches para cobrar el seguro es excesiva y lastra el ritmo del montaje –sobra alguna escena o falta más hilazón entre algunas- y que, algunas veces, los actores –magníficos y deliciosamente histriónicos Tomás Pozzi y Ernesto Arias-, pecan de una dicción deficiente, quizás por algunos diálogos vertiginosos que se les imponen.
Lo dicho. Probablemente no sea un montaje espectacular y querido por el público, pero a mí me pareció tan deliciosamente loco e histriónico que, simplemente, por escenas como la del horno, la arena, los perros, la comunión de la Iglesia de la Divina Garantía o la surrealista orgía merece la pena tenerla en cuenta. Y recuerde que puede ser usted el que mañana haga cualquier cosa para sobrevivir. Cualquier cosa. Incluso teatro.
Nadie sabe cómo, pero todo el mundo llega al final de sus días sobreviviendo. Esto, que puede parecer una perogrullada, se convierte en los tiempos que vivimos en una magnífica excusa para reivindicar la libertad personal, la locura controlada y el derecho a equivocarnos como mejor nos venga. ¡No van a ser sólo los bancos y los políticos los únicos que pueden hacerlo!
Y es que quizás me equivoque, pero a mí me gustó este Días mejores por su histrionismo controlado y porque es un canto al absurdo divertido y surrealista, al lenguaje de series de animación como Padre de familia, a las escenas made in Calixto Bieito, a lo políticamente marginado y a la positividad enrabietada. Lo que me atrae es la idea de juntar a unos personajes normales y corrientes en una situación loca y ridícula y plantárnoslos en nuestra jeta para que nos sintamos ¿locos, ridículos y positivos o cuerdos y pagados de nosotros mismos? Si es usted un superviviente que ha tenido que hacer cualquier cosa para sacar adelante a su familia o pagar la jodida hipoteca sabrá elegir en qué bando está.
Ya, ya sé que manejar todos estos elementos es complicado y no todo iba a ser perfecto. No es un montaje de diez, pero es un espectáculo honesto y real para gente honesta y real… aunque parezca lo contrario.
Bien es cierto que tanto absurdo y tanta conversación sobre el negocio de la quema de edificios y coches para cobrar el seguro es excesiva y lastra el ritmo del montaje –sobra alguna escena o falta más hilazón entre algunas- y que, algunas veces, los actores –magníficos y deliciosamente histriónicos Tomás Pozzi y Ernesto Arias-, pecan de una dicción deficiente, quizás por algunos diálogos vertiginosos que se les imponen.
Lo dicho. Probablemente no sea un montaje espectacular y querido por el público, pero a mí me pareció tan deliciosamente loco e histriónico que, simplemente, por escenas como la del horno, la arena, los perros, la comunión de la Iglesia de la Divina Garantía o la surrealista orgía merece la pena tenerla en cuenta. Y recuerde que puede ser usted el que mañana haga cualquier cosa para sobrevivir. Cualquier cosa. Incluso teatro.
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