domingo, 9 de marzo de 2008

Carnaval


Dirección: Tamzin Townsend

Fecha: 08/03/2008

Teatro: Liceo

Aforo: Media entrada


Así es que...


Me encantan los thrillers, un género muy apropiado para tomar el pulso a una sociedad tan convulsa y frenética como la nuestra. Me gustan mucho cuando los leo y, a veces, cuando voy a verlos al cine. Poco cuando los he visto en teatro.


En esta ocasión, Carnaval, de Jordi Galcerán, une a lo vertiginoso y eficaz de la trama, que narra la tensión de una inspectora de policía y su equipo cuando se enfrentan a la desaparición de un niño de tres años secuestrado por no se sabe quién, pero que ha colgado el secuestro en una web para que todo el mundo vea cómo lo va a asesinar, a la reflexión sobre la sociedad en la que vivimos: descarnada, surreal, absurda y cruel. Es un montaje del género, pero atípico: lo importante no es el asesino, lo importante es lo que nos está diciendo ese asesino y no importa quién sea.


Me enfrento en este artículo a descubrir si este montaje es un thriller o va más allá y si me ha gustado o no. No me gusta la descripción del secuestro, que es demasiado artificial, aunque eficaz, al presentárnoslo todo a través de las nuevas tecnologías. Me gusta la angustia que es capaz de transmitir y el desenlace, que añade al sufrimiento producido en el espectador, el del mensaje, desalentador y realista como la vida misma, puesto que todo ocurre y no se descubre al culpable, aunque su amenaza sigue ahí. Quizás, la reacción final de la inspectora Garralda es demasiado exagerada y precipitada, pero el autor, desde mi punto de vista, deja en ese momento grabada su opinión y su mensaje: hay poco que hacer y estoy desalentado.


Es en la dirección y en el trabajo de los actores donde está claro que Tamzin Townsend nos quiere decir que todo ello está al servicio del texto. No ha hecho nada que indique que ahí hay una dirección. Y esto no es malo. Simplemente hace las cosas muy sencillitas para que sobresalga por encima la tensión de la trama. Igual que una novela de Michael Conelly. Entradas vertiginosas, interpretaciones crudas y escenografía realista. Eso sí, algo de lío entre los actores y algunas equivocaciones en el texto. Una pena, porque una cosa es estar acelerado y otra muy distinta decir las frases como hay que decirlas. Aunque eso, y si me permiten la comparación, nos ocurre a todos en la vida real, así es que…

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