lunes, 28 de julio de 2008

De místicos y pícaros


Dirección: Rafael Álvarez
Fecha: 25/07/2008
Teatro: Patio de Fonseca
Aforo: Lleno

Algo de gusa

Es imposible que Rafael Álvarez ‘El Brujo’ te caiga mal. A nadie le puede disgustar un ser que encima del escenario es tan entrañable, que parece un pan blanco de las ganas que dan de comérselo. Y cómo llena, el escenario, digo. Con el hambre de teatro que tenía el público a la entrada. La pregunta era: ¿quedaríamos al final satisfechos?

Por lo menos, a mí me dejó con bastante ‘gusa’ de sustancia este De místicos y pícaros. Y no es que ‘El Brujo’ estuviera flojo. Estuvo como casi siempre encima de un escenario: en plan magnético. Oye, es salir y utilizar ese estilo peculiar para hipnotizar a un público que se entrega desde el primer momento a sus monólogos como si de una secta se tratase. Y eso lo hace de maravilla este gran actor que, en este caso, y a pesar de las carcajadas y aplausos unánimes, no acierta con un espectáculo pícaro, muy pícaro.

¿Por qué? Pues porque en realidad está trufado de textos unidos de forma inconexa por un hilo argumental que no es el libreto, la música o la dirección, es el propio actor, al que inmediatamente identificamos no como un místico, sino como un pícaro que tiene respuesta ante la adversidad siempre, sean cuales sean las circunstancias. Y Rafael Álvarez la tiene muy grande: la respuesta, digo. Permítaseme este chiste para ilustrar lo que acabo de decir. Gracias.

El argumento del montaje es flojo y destaca mucho más la anécdota simple, el brillante artificio, la improvisación ensayada que ya habíamos visto en sus anteriores montajes a la hora de sortear un jamón, por ejemplo, que los autores a los que homenajea y las cargas de profundidad que lanzan de por sí. Ni tan siquiera la loa al gran Fernando Fernán Gómez tiene mucho sentido en medio de tal revoltijo y guirigay.

Tanto que, al final y una vez que has aplaudido al actor, sales preguntándote qué es lo que has visto. Y, en realidad, si exceptuamos una gran demostración en el Guzmán de Alfarache, poco podemos decir de dos horas de montaje que, eso sí, se te pasan casi volando. Y es que sólo alguien como ‘El Brujo’ puede hacer un monólogo con menos sustancia que lo que malcomía Lázaro de Tormes y hacer que el público saliese ahíto sin haber degustado prácticamente nada. Al final, hambre.

viernes, 25 de julio de 2008

Este señor es teatro: ahora, antes y después

Tom Waits no es dios, es Teatro.

Little Drop of Poison



I like my town with a little drop of poison
Nobody knows they're lining up to go insane
I'm all alone, I smoke my friends down to the filter
But I feel much cleaner after it rains

She left in the fall, that's her picture on the wall
She always had that little drop of poison
She left in the fall, that's her picture on the wall
She always had that little drop of poison

Did the devil make the world while god was sleeping
Someone said you'll never get a wish from a bone
Another wrong good-bye and a hundred sailors
That deep blue sky is my home

She left in the fall, that's her picture on the wall
She always had that little drop of poison
She left in the fall, that's her picture on the wall
She always had that little drop of poison

A rat always knows when he's in with weasels
Here you lose a little every day
I remember when a million was a million
They all have ways to make you pay
They all have ways to make you pay

miércoles, 23 de julio de 2008

Chrónica de Fuenteovejuna


Compañía: Samarkanda Teatro
Fecha: 22/07/2008
Teatro: Patio de Fonseca
Aforo: Dos tercios

Pedagogía

Andaba yo anonadado por la programación de la Feria de Ciudad Rodrigo, en la que echo de menos, además de algunas compañías salmantinas con mucha más capacidad teatral que muchas de las que están, algo más de riesgo y menos puerilidad monjil, cuando me di cuenta de que tenía que ir a Fonseca para ver este montaje de Samarkanda Teatro y me dije: ‘Ojalá no pases frío, que en Fonseca ya se sabe, y a ver si encuentras algo de riesgo’. Y oye, dicho y hecho. Nada de frío en Las Noches del Fonseca, ¡ya es raro!, y riesgo en Chrónica de Fuenteovejuna, en la que el director, José Carlos Plaza, y la adaptación van de frente con una propuesta que se queda sólo en correcta, ágil, pero algo desfasada.

Propone Samarkanda un juego metateatral en el que el público asiste a la preparación por parte de una compañía de teatro del montaje de Fuenteovejuna. Los actores discuten sobre la mejor manera de abordar un texto en el que Lope de Vega hace pedagogía y reivindicación de la solidaridad social y seguidamente le hace la pelota a la monarquía absolutista de una manera descarada. Y es ahí donde se plantea el problema de la obra, que en algunos momentos es excesivamente pedagógica y políticamente ingenua, lo que conlleva mucho artificio en las partes del texto que contextualizan para el público.

El resultado es interesante como ejercicio, pero demasiado desfasado, demasiado ‘pasado’ por sindical (parece un ensayo de finales de los 70) y hasta cierto punto ingenuo. No acaba de convencer y, además, se queda entre dos aguas. Es curioso, pero lo más interesante sucede cuando los actores representan la obra de Lope, sin decorados y con una buena iluminación consiguen un efecto maravilloso, y lo menos interesante cuando sueltan, en determinados momentos de su ‘ensayo’, sus discursos sobre la situación política, geográfica y social de la España del momento.

Por cierto, que se echa de menos la figura del director, suprimido en escena, quizás con la intención de equipararlo al personaje del comendador. Pero bueno, también yo eché de menos el frío y, esa noche, no apareció.