sábado, 31 de mayo de 2008

Tempest II


Dirección: Lemi Ponifasio
Fecha: 30/05/2008
Teatro: CAEM
Aforo: Tres cuartos

Pesado

A veces uno debe saber cómo cerrar los proyectos que empieza en la vida. Y de igual modo ocurre en las artes. Las novelas se pueden quedar largas y densas, las performances...

Con este poema negro y oscuro que es Tempest II pasa lo mismo. No se engañen, de La tempestad del bueno de Shakespeare nada de nada. Al menos a la vista. Si había algo, yo no lo vi y me temo que el público tampoco. Cuando lo que mueve el teatro, que es el conflicto, la emoción, permanece invisible a los ojos de los que nos sentamos en el patio de butacas… malo. Y no es una cuestión de tener una referencia antropológica, que sería bueno tenerla, es una cuestión de que el ritmo, muy medido, pero muy lento deliberadamente es un lastre con el que el espectáculo no puede.

Tiene cuatro momentos estéticos y efectivos, pero el resto se hace pesado, muy pesado. En ningún momento te hace entrar en el código con el que entiendas el porqué de un ritmo tan lento, de un discurso tan pausado. Lo único que te hace entregarte a la causa es el ángel caído que de vez en cuando aparece y al que, quizás, encuentras algo de sentido en un maremagno de difusas propuestas que no concluyen en nada. Y ese es el quid, que si cierras tu poema conceptual antes, quizás lo estético salve al resto, pero en este caso, lo cierras demasiado tarde.

Eso sí, si hablamos de técnica, la verdad es que todo estaba absolutamente medido y podemos hablar de un espectáculo totalmente cuidado al detalle. Tanto en las proyecciones, como en la iluminación el sonido, las entradas y salidas de los intérpretes. Todo milimétricamente medido. Igual que las coreografías grupales de los actores, que llevan a cabo un trabajo físico y técnico imponente.

Desgraciadamente, con eso no basta y la propuesta se queda en un cúmulo de imágenes que envías a la gente que está sentada en la butaca sin que ellos te respondan de la manera que sería deseable en esto de la comunicación que es el teatro.

martes, 27 de mayo de 2008

La verdadera historia de los hermanos Marx


Compañía: Teatro Meridional
Fecha: 17/05/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Un tercio

Simpática

Las historias de las personas las cuentan los demás. Además, que nadie quiere contar su propia vida de forma objetiva. Todos los que lo hacen utilizan mucha ficción y eso no es una vida, es una novela. O una obra de teatro.

La verdadera historia de los hermanos Marx es la visión que tiene Teatro Meridional sobre este mítico grupo de actores que ha pasado a la historia del cine con su humor absurdo, pero muy cabal. Dirigidos por Álvaro Lavín y con texto de Julio Salvatierra (bueno, pero con alguna referencia actual fuera de lugar), este montaje es un sincero homenaje a aquellos alocados actores que dejaron para la posteridad cintas como Sopa de ganso o Una noche en la ópera.

Tiene un mérito esta comedia, el de ajustarse perfectamente a los homenajeados. Utiliza el mismo lenguaje y el mismo tipo de escenas que hicieron famosos a los Marx, sobre todo a Groucho, Chico y Harpo. Frases inteligentes, diálogos rápidos y delirantes, juegos de palabras absurdos, locos movimientos de escena… para crear el ambiente que meta al público en la atmósfera apropiada. Todo con el fin de hacer creíbles unos personajes que, por otra parte, sí lo son. Buenas interpretaciones, personajes bien definidos y un movimiento de escena muy medido hacen que el montaje se pase sin que te des cuenta.

Eso sí, hay algo que falla: la escenografía y la iluminación, que le dan al conjunto de lo que sobre el escenario se ve un aspecto pobre. Está bien que se quiera ofrecer una imagen de cine en blanco y negro de los años treinta y cuarenta, pero lo que se envía al patio de butacas es una tristeza que contrasta con el espíritu de aquellos a quienes se homenajea.

Es más, se podría decir que este aspecto es definitivo para concluir que, lo que hubiera sido una buena obra, se queda en el calificativo de “simpática” por estas pequeñas cosillas, que son las definitivas. Al fin y al cabo, esa es la sensación con la que la parte contratante de la primera parte sale del teatro en la mayoría de las ocasiones. Una pena.

lunes, 12 de mayo de 2008

Los persas


Dirección: Calixto Bieito
Fecha: 09/05/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Media entrada

Encantados

La guerra es eterna, pero también lo es en el alma, llena de contradicciones; en el corazón, que no cicatriza nunca. En el trabajo, lleno de peligros inútiles; en el teatro, donde te acechan los peñazos irredentos; en tu casa, donde la rutina puede agobiar tu mente; en las sombras, que se apoderan de ti sin que te des cuenta…

Los persas es el claro ejemplo de lo que es el teatro de Calixto Bieito. Sólo él es capaz de basarse en los tiempos actuales en esta tragedia de Esquilo y convertirla en una mezcla de Jesucristo Superstar, Evita, Jamón Jamón y un concierto de los Rolling Stones. El extremismo pasado por el pasapuré del cinismo más absoluto.

Ayudado por una gran interpretación de Gurutze Beitia, secundada por un conjunto de músicos-actores muy solventes, nuestro director más internacional compone otra tragedia totalmente diferente, pero igual de universal que lo que pudo contar el bueno de Esquilo. Un grupo de soldados españoles se prepara para realizar una misión en Afganistán. Todos están ávidos de acción, de tiros, de sangre, de vísceras… de carroña que palíe el hambre de olvidarse de ellos mismos que tienen. Todos están asustados hasta la médula. Todos creen que están por encima del bien y del mal. Todos están en un infierno. Todos creen que son superiores, pero no. Nadie es nadie en la guerra. Los muertos han matado a muchos vivos.

Hay monólogos, canciones, fuego, chatarra, vatios a tope, rock and roll, masturbaciones, soul, desnudos, himnos casposos, patria, banderas españolas, parafernalia militar, densidad en la propuesta, adrenalina, agresividad, ternura, panfletos, anécdotas sangrientas… todo menos diálogos. Una thermomix revolucionada en la que Bieito lo cocina todo y bien. Y eso, a pesar de que la primera media hora se hace densa. Pero, si uno acepta eso el resto del espectáculo le gustará.

Todo basado en la capacidad que tiene este director para convertirse en autor. Para hacer que los artistas, la iluminación, la música, la escenografía, el texto, los técnicos, incluso el espectador, firmen con el nombre de Calixto. Y nosotros encantados, para qué nos vamos a engañar.

El otro lado


Dirección: Eusebio Lázaro
Fecha: 06/05/2008
Teatro: Auditorio de Caja Duero
Aforo: Lleno

¡Qué demonios!

¡Qué demonios! Vaya por delante que a mí no me ha gustado este montaje. Y vaya por delante que iba con muchas ganas a ver a nuestra Charo López subida a un escenario salmantino. Vaya por delante que la obra se hace aburrida y poco consistente. Y vaya por delante que la López está bien en su papel.

El otro lado, de Ariel Dorfman no es lo que se dice uno de esos textos que brillan por su capacidad de mantener la tensión dramática hasta el final. Vistas dos escenas, vista toda la obra, que llega un momento que se hace repetitiva y monótona al contar que un matrimonio de edad madura vive en la frontera de dos países en guerra constante. Se mantienen gracias al acuerdo que han alcanzado con las dos partes para enterrar los cadáveres. El problema viene cuando se firma la paz y los gobernantes quieren construir un muro fronterizo justo en medio de la casa.

Teatro que pretende reflexionar, pero que se hace demasiado pesado al dar vueltas a lo mismo una y otra vez. Incluso los pequeños “chistes”, con los que la obra está trufada, se pierden al repetirse varias veces y por previsibles, por ejemplo, los de los visados y los del baño. A ello no ayuda en absoluto, algunas partes en las que el ritmo que requieren los textos de unos personajes se contrapone con el ritmo de los otros. Parece como si estuvieran jugando a dos bandas. Recuerda a teatro de otros tiempos.

Con escenografía de corte naturalista y unos efectos especiales que, a veces, no dejan escuchar a los intérpretes, se desarrolla una trama que raya con el absurdo y cuya voluntad antimilitarista y antitotalitaria se agradece. Pero, con eso no sirve para aguantar una hora y media de espectáculo, que bien podría haber quedado en un entremés.

De Charo López no hay mucho que decir, su presencia y su voz corrigen lo que pueden un texto con el que los intérpretes parece que se encuentran a gusto unas veces sí y otras no. Y que conste que es muy difícil estar allí, en el escenario, en el otro lado.

viernes, 2 de mayo de 2008

El enemigo de la clase


Fechas: 01/05/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Un cuarto
No me acuerdo
El enemigo de cualquier ámbito en la vida son las voces. Aquel ruido que no te deja escuchar, ni deja hablar a los demás. Te confunde y no puedes llegar a un acuerdo, a una conclusión… Igual pasa en el teatro.

El enemigo de la clase, dirigida por Marta Angelat, cuenta la historia de seis alumnos con los que ningún profesor quiere apechugar por ser excesivamente conflictivos. Pretende no ofrecer respuestas y parece que las ofrece todas. No pretende echar la culpa a la sociedad y no deja resquicio alguno para que pensemos otra cosa. A mí no me gustó y me pareció aburrida. Y en parte es por el texto, aunque tiene momentos acertados, pero también por el planteamiento tan agresivo y macarra que se ofrece en este montaje.

Está llena de ruido (de gritos) por todas partes y con un septeto de actores absolutamente descompensado en su composición. Sólo son dignos de mencionar Eloy Yebra, en su papel de Bombilla, y Jordi Soler, en el papel del profesor que lidia con sus alumnos (se agradecía que apareciera en escena). Bernabé Fernández se pasa una hora entera gritando, vociferando, desgañitándose. Tiene madera, pero otro espectáculo como éste e interpretará mudos toda la vida. Es exageradamente pesado. Imagino que le habrán dirigido así… De los demás, mejor no gritar nada porque nada hicieron que mereciera la pena, si acaso lo contrario.

En cuanto al texto, es cierto que tiene que juntar a seis personajes marginales, totalmente agresivos y fuera de lugar para componer el drama que quiere contar, pero tengo la sensación de que es absolutamente previsible y poco sutil. No deja nada a la imaginación del espectador. ¿Por qué es siempre la sociedad la que tiene la culpa de todo? Ya, ya sé que ese no es el mensaje de la obra, pero lo parecía.

La verdad es el poco público que había y la frialdad del patio de butacas cocaban forntalmente con el guirigay del escenario. Tanta voz, tanto revoltijo no te deja disfrutar de algunos de los momentos con verdadera tensión dramática y con garra. Y es más, no permite entrever entre líneas, te lo cuentan todo. ¿Qué era aquello del subtexto? Ya no me acuerdo. Y no es por el alzheimer, se lo puedo asegurar.

Escupir en el tiempo


Fecha: 30/04/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Un tercio
Mala educación

No me gusta escupir. Ni que escupan, por supuesto. Encontrarse un gargajo en la calle y tener que esquivarlo es desagradable y de mal gusto. Es más, me parece agresivo y de mala educación.

Tampoco me gusta este Escupir en el tiempo, de Erre que erre, y no estoy de acuerdo con lo que cuentan en su programa de mano. Principalmente, porque no coincide con lo que luego te transmite en escena, que es, más bien, poco.

Señalan en su díptico que es “Un espectáculo que habla de celebrar, del futuro y de los secretos que aún quedan por desvelar”. A mí no me dijo nada de esto. Ni una emoción, ni un sentimiento. Nada.

Utilizando, ante todo, el lenguaje corporal como forma de comunicación entre los seis bailarines que actuaban, se intuía una clara vocación de establecer un diálogo prácticamente teatral y estridente sobre el escenario. Al igual que los textos escénicos en los que los personajes se pasan hora y media discutiendo por todo, parece que los personajes o conceptos que nos presenta la compañía se pasan la fiesta perpetua en la que viven haciendo lo mismo. Es demasiado evidente ese deseo del que hablan. Le falta cierta sutilidad.

Si lo que quieren es presentarnos una celebración, una fiesta, “una forma de compartir esos instantes únicos que se sienten un poco por debajo de la piel”, conmigo, desde luego, no lo han conseguido. Salí igual de frío que lo que entré. Es posible que más. La música tampoco ayuda demasiado a meterte en ambiente, aunque, eso sí, la iluminación y el movimiento detrás de la puerta está muy cuidado y medido.

Quizás el mensaje sea que el mundo en el que vivimos es así: frío y distante. Yo creo que no. Creo que la comunicación se puede establecer de otra manera. De la misma manera que la danza no puede dejarte más tieso que la mojama, incluso aunque te escupan conceptos. Y eso, amigos míos, es de mala educación.