lunes, 28 de abril de 2008

Animales artificiales


Compañía: Matarile Teatro
Fecha: 26/04/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Un tercio

Contradicciones inquietantes

Existen momentos en la vida en los que uno se tiene que inquietar. Quiera o no quiera, esa sensación, mitad angustia mitad morbo, te invade y no sabes cómo deshacerte de ella por mucho que luches por no mirarla de frente, por no enfrentarte a ella. Es desasosegadora y te perturba.

Con la excusa del artificio y desde el punto de vista de la innovación y la mezcla del lenguaje del cuerpo y del lenguaje del texto, Matarile Teatro, nos propone un montaje inquietante por sus contradicciones. Utiliza una gran belleza visual, con momentos de gran lirismo estético y una iluminación muy acertada, pero a la vez lanza puñaladas textuales en las que deja constancia de su inconformismo con la vida que nos ha tocado lidiar, con la sociedad en la que vivimos.

Introduciendo actores, músicos, bailarines y cantantes en escena, desgrana una especie de reflexión surrealista y desbordante en la que se mezclan monólogos desubicados, cantatas barrocas, piezas de danza y diálogos sobre filosofía que intentan enlazar una unidad común, un discurso coherente dentro de la incoherencia en la que nos vemos envueltos en nuestro devenir diario, que no es poco.

Y digo que el montaje es inquietante por esas mismas contradicciones, por esa mezcla de belleza visual que contiene dentro un deseo inconsciente de mostrar la otra cara. Gran contradicción, y poco convincente, la de hablar sobre la pretenciosidad de ciertas creencias vitales, de determinados supuestos filosóficos y ser pedante y pretencioso cuando lo haces delante del público. ¿Postura vital o estética?

Al fin y al cabo, todos somos animales que utilizan el artificio de cualquiera de los lenguajes que tenemos a nuestro alcance para no ser como los otros animales, póngase como ejemplo un mono, y para no ser nosotros mismos. Mayor artificiosidad que esa no hay, aunque nosotros nos miremos a los ojos y nos lo creamos en comunidad: artificial e inquietante, por supuesto.

lunes, 21 de abril de 2008

Hay que purgar a Totó


Dirección: George Lavaudant
Fecha: 18/04/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Dos tercios

Terminar

Hay algo en los infiernos personales que nos atrapa y no nos deja salir. Es como si quisiéramos huir de allí, pero nos diera morbo mantenernos en esas situaciones tan escabrosas. Es la neurosis de la vida diaria. La paranoia contradictoria de la enfermedad que nos asola.

Hay que purgar a Totó, de Geroges Feydeau, me dejó con esa misma sensación: no me gustó, pero sí. Es más, al salir del teatro dije que no, pero esta mañana, después de haber dormido y tener cuatro o cinco pesadillas, he comenzado a dudar.

Me gustó por la interpretación de los actores, que están todos muy bien, o por la dirección, que se ajusta perfectamente al espíritu del texto. Es más, me encanta la escenografía. Muy kafkiana (las puertas parecen las de El proceso), transmite a la primera, nada más abrirse el telón, todo lo que el autor quiere reflejar: un mundo agobiante, una familia de clase casi alta, en apariencia feliz, pero destrozada por el cáncer de la falsa comunicación y las buenas apariencias. Incluso ese tema, el de la comunicación, está bien tratado, con un lenguaje muy preciso y agobiante, y unas frases repetitivas, ansiosas y delirantes. Y el niño, interpretado por un adulto, es un acierto.

Pero es el texto, precisamente, lo que me produjo esa contradicción neurótica que me impide decir que salí contento de lo que vi. Y es que, desde mi punto de vista, la obra gira descaradamente en torno a una escena. Denota en exceso que se ha escrito alrededor de la parte en la que aparece la figura de Totó, el niño cabrón y maleducado que trastoca todas las firmes creencias y rutinas en las que se basa nuestro mundo particular, otro castigo más a nuestra estulticia snob. Todo al final se convierte en un gag que traiciona el espíritu paranoico de la obra.

Todo lo demás, incluido el principio, es repetitivo, muy redundante. Aunque ahora que lo estoy pensando, yo también lo estoy siendo ahora y como cualquiera me conozca, incluido mi psiquiatra, sabe el desastre de persona que soy, pues qué quieren qué les diga: escribir esto ha sido un infierno en el que se abren pequeñas y grandes puertas, pequeños abismos que me ponen muy nervioso y que requieren que termine mi crítica de la única manera que sé. Menos mal.

lunes, 14 de abril de 2008

Pagagnini


Compañía: Yllana
Fecha: 12/04/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Lleno

Gracias

No sé lo que pensarán los más puristas melómanos, posiblemente estén tirándose de los pelos desde que Ara Malikian ha estrenado con Yllana este divertido, vitalista y musical espectáculo llamado Pagagnini. Lo que sí sé es que los amantes del teatro se lo agradecerán de por vida. Bueno, y también los docentes, los que se dedican a inculcar el amor por la música clásica a alumnos que sólo saben de triunfitos y de seudooperaciones talento.

¿Quién dijo que Sarasate, Falla, Boccherini, Mozart o Paganini eran aburridos? Sólo tenía que llegar gente con talento y visión para divertirnos hasta el paroxismo gracias al alocado concierto que nos propone un cuarteto espectacular. Un homenaje a la música clásica lleno de vitalidad y de inteligencia. Y sin tener que tirar de humor de monólogo enlatado, ya que el que nos presentan es el de siempre. Y aún así, funciona como una máquina perfectamente reglada y revisada. Muchos de los golpes ya te los esperas y, sin embargo, te hacen mucha más gracia todavía. Es más, convierten en inteligente lo tópico y triunfan con ello, lo cual es de ovación operística.

Y eso sólo puede ser gracias al saber hacer de Yllana. Sacar teatralmente lo que sacan de estos excelentes músicos es magnífico. Gestos, movimientos, ritmo, pausas: todo está medido y perfectamente engarzado. Ni un gag dura más de lo que tiene que durar. Un ejemplo de contención cómica, alejada del barroquismo chabacano, para llegar a la risa del espectador. El resto lo ponen los compositores a los que se homenajea en el espectáculo y los maestros que interpretan, nunca mejor dicho, la partitura teatral que les ha tocado en suerte.

Una recomendación: señores directores de los centros educativos de este país, lleven a sus alumnos a ver este espectáculo. Yo, por mi parte, le agradezco al maestro Ara Malikian que sea capaz de reírse de sí mismo y de la pedantería que, muchas veces, rodea a la música clásica y le reprocho sólo una cosa: esto mucho antes maestro. Otro gallo me hubiera cantado (musicalmente hablando).

viernes, 4 de abril de 2008

Federico



Compañía: Intrussion Teatro
Fecha: 03/04/2008
Teatro: Liceo
Aforo: Media entrada

Vayan a verla

Decía la canción que “Las cosas tan hermosas duran poco, jamás duró una flor dos primaveras”. Vayan a ver este Federico de Intrussion Teatro en cuanto puedan. Y no lo digo porque vaya a durar poco por esos teatros del mundo, que seguro que tiene el éxito que merece. Lo digo porque estamos ante una de las compañías de teatro salmantino que más evoluciona, que cada vez hace más complejos sus trabajos, que a cada minuto que pasa emociona y afina más y que, por supuesto, redondea sus propuestas con precisión y talento.

Nos cuenta el gran Roberto García Encinas, con su dirección y su texto, la vida de Federico García Lorca de una manera absolutamente ajustada al personaje: a través de la imaginación y los sueños. Nos lo hace carne y sangre y nos lo acerca alejado del tópico y del sentimentalismo que muchas veces ha rodeado al poeta granadino. Con ese texto, trufado de guiños a los escritos, la época, las amistades y el devenir del poeta hasta su muerte, Intrussion compone su obra más compleja, sensible, madura y redonda hasta la fecha. Una señora obra. Llena de pequeños vericuetos teatrales y surrealistas que el autor nos ofrece para que nos perdamos en el universo lírico y ensoñador, pero, a la vez, tremendamente cercano, potente y real, del personaje de Lorca. Bellísimas y delicadas son algunas partes del montaje, maravillosa es la banda sonora de Chema Corvo y genial la voz de Mili Vizcaíno en la canción final. Por cierto, se me olvidaba. Y con las dosis justas de humor.

Mención aparte merece la interpretación de todos y cada uno de los artistas de la compañía: Chema Moro, Esther Nácar, Manuela Vicente, Lourdes Martínez y una mención especial para el actor más en forma del panorama teatral de la ciudad, Alfonso Mendiguchía, que hace de los seis personajes que le han tocado en suerte una verdadera delicia interpretativa.

Un espectáculo precioso, un texto redondo, lleno de lirismo y humor inteligente y con un final emocionante (de poner los pelos de punta). Lo tiene todo. Un montaje que consigue escapar del magnetismo del personaje de Lorca para devenir en un personaje por sí mismo. No hace falta decir nada más: ¡Vayan a verla!